Carta de las Américas

Jean Meyer, Profesor Investigador Emérito de la División de Historia del CIDE, escribió el artículo Carta de las Américas  publicado por la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales.

 

Resumen

 

Este artículo fue publicado originalmente bajo el título “Lettre des Amériques”. En esta su primera traducción al español, el autor realiza un post scriptum en donde confronta las esperanzas que se divisaban hace 30 años con la realidad política de la actualidad.

 

 

Cayeron las murallas, cayó el Muro, cayó la Torre de Babel que debía subir hasta los cielos y los cristales de las naciones buscan precipitadas nuevas estructuras, todas las izquierdas del mundo se sienten huérfanas. Hay que desconfiar de los entierros clandestinos, del duelo no asumido, del cadáver escondido en el armario. La agonía del comunismo terminó, pero su enorme cuerpo hiede y envenena más de lo que queremos ver. La época actual se asemeja a una mesa de discusión televisada o un reportaje de eco/cnn transmitido por la televisión privada mexicana: desorden, amnesia, irresponsabilidad, “y ahora el joven Murrieta nos contará sobre la plaza de toros esta tarde” (después de 30 segundos sobre Sarajevo). El caos no es únicamente maquiavélico, no está únicamente en la televisión: lo tiene en la cabeza cada uno de nosotros.
Con “nosotros” me refiero a todos aquéllos que más o menos adoptaron, combatieron o atravesaron la pasión del siglo, a su insania roja y negra y, tras la derrota del nazismo, roja nada más. A quienes no tuvieron otra estrella polar (roja, de cinco puntas) porque era de su tiempo y de su espacio, con un desfase de 20 años o de 30 para Latinoamérica y África. Yo vivo en México, donde la sangre de los estudiantes de 1968 engendró a los combatientes perdidos y otros “enfermos” de la guerrilla urbana de los 70, al que la suerte terrible de los hijos de Cadmo en toda Centroamérica no le es ajeno. Vivo en México, el extremo occidente, pero nací en Francia en 1942, cuando los dados de hierro del destino inclinaron la balanza hacia Stalingrado-Volgogrado-Tsaritsyn. El omunismo fue nuestro destino, tanto para aquellos que—como mis compañeros Michel F., François L., Régis D., Nathalie M., Nikos P. y Jean P.—ardieron por él como para quienes —como yo— lo combatieron.
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