Cobertura periodística de los feminicidios en México: Ideas para propiciar mejores prácticas noticiosas – PEV

Cobertura periodística de los feminicidios en México: Ideas para propiciar mejores prácticas noticiosas

Por: Grisel Salazar, Profesora Asociada de Periodismo CIDE y Paulina De La Garza, Estudiante de la Maestría en Ciencias Sociales de la Flacso México.

¿Cómo afecta la cobertura mediática nuestra percepción de los sucesos violentos? La forma en la que se retrata mediáticamente la violencia interviene en cómo la concebimos; si la tomamos como un problema estructural con posibilidad de atribuir responsabilidades, exigir cuentas y proponer soluciones de política; o más bien, si la tomamos como un hecho aislado sobre el que no hay mucho qué hacer.

Aunque en años recientes se ha concluido que los efectos potenciales de la cobertura noticiosa están mediados por la compatibilidad respecto de las actitudes y opiniones individuales, lo cierto es que la cultura y los estereotipos predominantes provocan resistencias a cambiar los estilos de cobertura noticiosa. Esto es especialmente notorio para temas como el feminicidio.

Entre enero y agosto de 2020, 626 mujeres fueron víctimas de feminicidio en México. Con un promedio de más de 700 mujeres asesinadas al año por razones de género, el feminicidio en nuestro país es un problema público que sigue apareciendo en los medios mexicanos de manera insensible e irresponsable, rodeado de estigmatizaciones y de revictimización. La circulación de las fotografías sin filtros del cuerpo de Ingrid Escamilla, o la utilización de estereotipos para hablar del feminicidio de Mile Martín son dos muestras de esto.

Sin embargo, también hay evidencia de que es imposible generalizar la utilización de malas prácticas en la cobertura mediática de la violencia, y que concebir a “la prensa” como un todo homogéneo es impreciso. Ello nos motivó a analizar si los medios impresos en México caían en las mismas malas prácticas para distintos casos de feminicidio, o bien, si existían diferencias relevantes entre casos y entre diarios.  Lo que aquí se presenta forma parte de nuestro artículo “La cobertura periodística de los feminicidios en México. Heterogeneidad y variación”.

¿Qué significa cubrir con perspectiva de género?

Cubrir con perspectiva de género es un concepto amplio que implica considerar el feminicidio como un fenómeno de carácter público y de primer orden para la agenda mediática, eludir el uso de estereotipos, citar fuentes diversificadas y heterogéneas que permitan contrastar la información, aportar un contexto que sitúe la problemática, y establecer un balance de género entre periodistas. La cobertura con perspectiva de género para casos de violencia se caracteriza por involucrar procesos de sensibilización hacia las desigualdades históricas vinculadas.

Elegimos dos casos: el de Lesvy Berlín Osorio y el de Mara Fernanda Castilla, que generaron gran resonancia en la opinión pública, pero que, al mismo tiempo, presentan diferencias sustantivas en términos geográficos y socioeconómicos. Realizamos un análisis de 172 notas periodísticas de Reforma, El Universal, La Jornada y La Prensa para el periodo mayo-noviembre de 2017.

Nuestro primer hallazgo fue que, en efecto, es imposible generalizar las prácticas de cobertura. Identificamos que La Prensa, El Universal y Reforma no reconocieron el fenómeno como feminicidio en la mayoría de sus notas, utilizando oraciones pasivas como: «desaparición de estudiante», «muere joven», o incluso, «suicidio en la UNAM», quitando de foco el carácter estructural de la violencia por motivos de género. Por el contrario, La Jornada se refirió a los casos como feminicidio en el 61% de las notas.

Fuente: Elaboración propia.

Sobre la revictimización, Reforma incurrió menos en la práctica, sin embargo, el porcentaje de notas en que no revictimiza asciende apenas a un 16% del total. En distintos grados, los cuatro diarios exponen la violencia hacia las mujeres como un evento justificado por peleas por celos, consumo de alcohol y drogas, o salir de fiesta.

Fuente: Elaboración propia.

Al comparar el uso de fuentes, encontramos que se citó mayoritariamente la voz del perpetrador y la información oficial. La Prensa dio preferencia a la voz del perpetrador (49%), y La Jornada lo hizo con respecto a la información oficial (31%). La sociedad civil y la academia son los actores menos citados, aunque La Jornada considera a esta última en el 16% de sus notas.

Fuente: Elaboración propia.

Con respecto a los casos, confirmamos que no todos los feminicidios se cubren de la misma manera. Para Lesvy Berlín, no hubo reconocimiento de feminicidio en la mayoría de las notas (76%), prácticamente no se recurrió a los actores privados para su construcción mediática (2.2%), ni a la opinión de expertos de la sociedad civil (25%), y hubo una baja provisión de contexto (5.5%).

Fuente: Elaboración propia.

El caso de Mara Castilla fue reconocido como feminicidio por poco más de la mitad de las notas analizadas (53%), se utilizó un encuadre de revictimización prácticamente todas las notas (97%). El perpetrador fungió como fuente en la totalidad de las notas, por encima de la sociedad civil (40%), actores privados (20%), y familiares de la víctima (8.5%).

Fuente: Elaboración propia.

¿Cómo lograr coberturas más responsables de la violencia?

Aunque nuestro ejercicio confirma que el encuadre con enfoque de género suele ser muy débil en los medios impresos mexicanos, se evidencia que no toda la prensa funciona de la misma manera y que existen variaciones relevantes entre los diarios. Llama la atención el desempeño de La Jornada que reconoció los casos como feminicidios, recogió los testimonios de sociedad civil y academia, y proveyó contexto en mayor proporción que el resto de los diarios. Esto nos lleva a proponer como línea de investigación la posible influencia que las mujeres en cargos directivos ejercen sobre la cobertura de feminicidios; o bien, la vinculación a una ideología de izquierda, que tradicionalmente ha puesto atención en notas de defensa de derechos humanos y poblaciones vulnerables.

En sentido opuesto, también es interesante considerar que hay malas prácticas comunes al grueso de los diarios: la revictimización y el énfasis en el agresor como actor citado de manera predominante.

Sobre las diferencias entre los casos de análisis, llama la atención que la prensa se resistió a referirse como feminicidio a lo ocurrido con Lesvy Berlín, e hicieron poco esfuerzo por contextualizar.. El perfil socioeconómico de la víctima puede explicar estas diferencias. El caso de Mara Castilla también presentó malas prácticas de cobertura, pero en otros ejes. La revictimización y la colocación de reflectores sobre el agresor fueron rasgos constantes.

Una de las principales reflexiones que surge de este análisis es que cubrir con cobertura de género es un concepto complejo y multidimensional. Afirmar que un diario tiene o no tiene perspectiva de género para cubrir feminicidios es una falsa categorización que dificulta la detección de los elementos precisos que deben reforzarse dentro de las redacciones para cubrir de manera responsable sucesos violentos. Los ejercicios de sensibilización para la cobertura tienen mayor probabilidad de éxito si se realizan de manera enfocada, considerando además las diferencias que subyacen a los casos.