La representación de las víctimas de feminicidio y los agresores en el discurso mediático. Una aproximación cuantitativa – PEV

La representación de las víctimas de feminicidio y los agresores en el discurso mediático. Una aproximación cuantitativa

Mariana Aldrete, Investigadora doctoral en el Departamento de Medios, Comunicación y Cultura, Universidad Autónoma de Barcelona

México es el país de habla hispana en el que se cometen más feminicidios (CEPAL, 2020), en el año 2020 se registró el número más alto desde que se contabilizan los asesinatos por motivos de género (SESNSP, 2020). Organizaciones civiles (OCNF, 2018) acusan que solo el 4% de los agresores son condenados, los demás quedan impunes. En 2019, el INMujeres reconoció la violencia de género como una pandemia que se caracteriza por invisibilidad, normalización e impunidad.

El feminicidio es resultado de acciones persistentes de discriminación; es decir, antes de la privación de la vida existieron otras violencias que incluyen una amplia variedad de abusos verbales, físicos, sexuales, emocionales, mutilaciones, y situaciones forzadas (Radford & Russell, 1992). Las prácticas sociales que permiten ataques contra los derechos humanos de las mujeres (Lagarde y de los Ríos, 2004) se perpetúan a través de ideologías incrustadas en los discursos privados y públicos como el político, el legal y el mediático (Van Dijk, 1996).

Los medios de comunicación tienen el poder de reforzar creencias y dar forma a la opinión pública (Edwards & Wood, 1999). En el año 2020, un estudio cuantitativo realizado sobre los diarios mexicanos El Universal, Reforma y Excélsior en su versión digital demostró que la atención mediática al feminicidio como tema aumentó 447% en promedio del año 2014 a 2017 (Gutiérrez Aldrete, 2021). Sin embargo, el análisis del contenido de las noticias reveló que las narrativas se enfocaban en  las implicaciones morales y sociales que pudieron suscitar el crimen, mediante el uso de estereotipos de género, prejuicios y clasificando a las víctimas en categorías sociales negativas (Flores, 2017), lo que invisibiliza el contexto de violencia de género característico del feminicidio (Juárez, 2020).

De 2,527 artículos en total que los tres diarios dedicaron a tratar el tema de feminicidio se encontró que es más común mencionar aspectos negativos de las víctimas que de los agresores; y más común mencionar circunstancias atenuantes de responsabilidad del agresor, que aspectos positivos de las víctimas. Los tres diarios tienden a enfocarse más de manera personal en las mujeres que en los agresores, y cuando lo hacen son descripciones negativas y/o culpabilizadoras: El Universal en 90.5% de los 157 artículos con descripciones de la mujer, Reforma 94.1% de 219, y Excélsior 92% de 161.

Se les representa negativamente con descripciones con una valoración negativa implícita como: ‘abandonó la escuela con materias pendientes de aprobar’, ‘tenía conductas autodestructivas’, ‘tenía problemas de alcoholismo y drogadicción’.

Las construcciones que culpabilizan son las que implican que la víctima se puso en peligro a sí misma (Wright, 2011), ‘se fue con tres hombres de una fiesta’, ‘salió de fiesta hasta el amanecer’; las que utilizan un estereotipo de promiscuidad (Sánchez González, 2008) ‘tenía múltiples parejas sentimentales’, ‘dormía con un hombre fuera de su casa’; y las que naturalizan la reacción del agresor a las acciones de la víctima ‘se había acostado con otros y mantenía contacto por mensajería’, ‘le era infiel’. Es común que se resalte su condición de extranjera (García Guevara & Guachambosa, 2019) y oficios estigmatizados como trabajo sexual, mesera, hostess, modelo o bailarina (Alcocer Perulero, 2014), y que esto las hace más vulnerables a sufrir violencia extrema; pero, se omite explicar que es la misoginia de los agresores que estigmatizan a las mujeres lo que los lleva a atacarlas y no el trabajo en sí.

Además, se encontró una tendencia a enfatizar la peligrosidad de determinadas zonas geográficas y relacionarlas con pobreza o etnias indígenas. Construyendo una narrativa desde la clase social y condiciones materiales de la víctima (Ramírez, 2021) que estigmatiza a toda una comunidad contextualizándolas por la violencia y problemas sociales, lo que motiva una sensación de inseguridad (BardWigdor & Bonavitta, 2017) y rechazo.

Las descripciones de la agencia del agresor tienden a ser relatos escabrosos del crimen,  los detalles de la forma en que se cometió el asesinato y el estado en que se encontró el cuerpo de la víctima se mencionan en el 12% de las noticias de El Universal, 16.5% de Reforma y 19% de Excélsior. Lo que indica que los diarios siguen utilizando este recurso narrativo que espectaculariza los feminicidios (Ornelas, 2002). Por otro lado, se encontró que es común mencionar las causas por las que el agresor decidió asesinar conectadas a representaciones conocidas de ‘honor’, obcecación ‘natural’, patología y causas ajenas a la voluntad del asesino (Jiménez, 2021), lo que difumina su responsabilidad. El Universal menciona estas causas o presenta positivamente al agresor en el 39% de los 223 artículos con descripciones de agencia del agresor, Reforma en el 34.4% de 247, y Excélsior en 43.4% de 182. Algunos ejemplos son: (el agresor) ‘tenía estrés laboral’, ‘la víctima lo maltrataba’, ‘la víctima le debía dinero’ (al agresor), ‘estaba harto de pelear con la víctima’, ‘la víctima lo había humillado’.

La aproximación cuantitativa comprueba que los diarios tienden a invisibilizar a los asesinos (Ramírez, 2021) que en el 33% de las notas no se presenta ni se establece (Casados González, 2018), nominalizando el fenómeno con manipulaciones lingüísticas como ‘se encontró muerta’ (Juárez, 2020). Si bien, en la mayoría de los artículos no se realizan descripciones de las víctimas y agresores, las representaciones establecidas en la minoría de los artículos sirven de contexto e instrumento para la interpretación de los que no contienen ninguna y evaluar a todas las víctimas y a todos los agresores.

Las representaciones basadas en estereotipos de género y culpabilización construyen y refuerzan la idea de que las mujeres asesinadas son ‘un tipo de mujeres’ que transgreden de alguna forma los valores morales de la sociedad. Esta clase de narrativas generan prejuicios (Goffman, 1995) y comportamientos sociales que revictimizan, olvidando la importancia de que las políticas públicas de solución deben enfocarse en evitar que los hombres se conviertan en agresores y no en que las mujeres se conviertan en víctimas.

El conjunto de datos de la presente investigación se encuentran disponibles en  https://ddd.uab.cat/record/232573