La Constitución de 1917, producto de una nación independiente
Martes, Sep. 19, 2017
 
La Constitución de 1917, producto de una nación independiente

Wikipedia: Diputados Constituyentes de 1917 del Estado de Michoacán

Ciudad de México, 19 de septiembre de 2017.- En la historia latinoamericana del siglo XIX todos los movimientos independentistas respondieron a diferentes contextos políticos, pero lo que tenían en común fue que sus líderes contaban con conocimiento de teorías políticas que planteaban la construcción de estados nación. El deseo de fundar una nueva nación finalmente se realizó tres años después de la consumación de la Independencia con la promulgación de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos en 1824.

La Constitución Federal, al igual que todas las primeras constituciones en los demás países de América Latina, fue un documento fundacional. Establecía la forma de gobierno de la nación y buscaba establecer los alcances y los límites de las facultades de la autoridad pública. Por ello, un legado vivo que dejó la lucha de independencia fue la creación de un orden constitucional para la realidad social y política de México.

Para María del Refugio González, profesora de la División de Estudios Jurídicos, la independencia “es justamente el proceso que da lugar a la realización de constituciones ya propias. Es un acuerdo sin el cual no podríamos existir como nación independiente”.

Para Rafael Rojas, profesor investigador de la División de Historia, redactar una constitución “es una característica de la América hispana ya que los estados naciones se construyen después de la desintegración del imperio español, cada nación independiente luego de lograr su soberanía creó su constitución”.

La Constitución Mexicana de 1917 es también heredera de la lucha para la construcción nacional, pues, en muchos sentidos, reconstituyó la nación después de la Revolución. Para conmemorar su centenario, desde el 2014 más de 60 investigadores se dieron a la tarea de analizar su historia. Este 2017 el CIDE publica los resultados de esta investigación en la serie Constitución; tres tomos coordinados por Catherine Andrews, directora de la División de Historia del CIDE.

La serie Constitución es el producto del esfuerzo de investigadores del CIDE y de otras universidades e instituciones educativas de México. Ofrece un panorama de la historia constitucional de México en los siglos XIX y XX. Se analiza el debate político mexicano sobre la mejor forma de gobierno, y se estudia la historia de la reforma constitucional desde 1824 hasta el día de hoy.

La Constitución Mexicana de 1917, que este año conmemoró su centenario, fue una influencia poderosa en América Latina y el Caribe. De modo que, la resonancia continental que tuvo y la adaptación que se mostró a lo largo del territorio nacional también es tema de reflexión la serie Constitución.

La era del constitucionalismo mexicano

Las bases teóricas que influenciaron a la Constitución de 1917 provinieron del debate constitucional del siglo XIX y de la herencia de las constituciones anteriores. Un ejemplo de esta herencia es que la Carta Magna actual adopta una forma de gobierno federal.

Desde la promulgación de la primera Constitución de 1824 hasta la de 1917, México se enfrentó a desafíos políticos de toda índole. A decir de Catherine Andrews “una cosa que caracteriza el debate político en México en el siglo XIX es la idea de que México en el pasado, en su pasado novohispano, había sido la colonia más importante de toda la corona, por la producción de plata era el lugar más rico. Los mexicanos al independizarse tenían la esperanza de que México pudiera recuperar esta riqueza y entonces ocupar un lugar importante en el mundo pero para hacer eso había que consolidar un frente único ante el exterior, o sea, había que construirse una comunidad y una nación, entonces consideraron fundamental para este proceso la Constitución”.

Las reformas ¿por qué y por quién?

Las constituciones durante el siglo XIX fueron renovadas constantemente, Rafael Rojas, citando a Thomas Jefferson, asegura que “la vigencia de una constitución es de una generación y media a dos, entre unos 15 a 20 años, más o menos. Al ser un texto fundacional que aspira a ser la síntesis rectora de toda la codificación jurídica de un estado, se reforma para mantener su flexibilidad”.

Hasta 1867 la reforma constitucional se realizaba, por lo general, por la mudanza de una constitución a otra. Después de 1867, el país gozaba de estabilidad constitucional con la Constitución de 1857, y luego con la de 1917. A partir de 1867, entonces podemos hablar de la reforma constitucional como un camino para alterar el orden jurídico del país. En el siglo XX las reformas a la Constitución provienen de inquietudes por parte de los gobernantes sobre la idoneidad de las disposiciones constitucionales. Se introducen una serie de cambios cuando la brecha entre el texto y lo que pasa en el gobierno se hace más grande. Las reformas podían tener múltiples razones: un grupo de interés quiere proteger algo, buscan modificar el acceso a cargos públicos, o bien, el presidente quiere facilitar ciertas acciones gubernativas.

La Carta Magna y su vigencia

La Constitución de 1917 representa el texto jurídico más longevo de América Latina. Es también una de las constituciones más reformadas: al cabo de 100 años se han realizado unas 620 reformas para actualizar el texto jurídico a una sociedad moderna.

A pesar de lo anterior, los entrevistados rechazan la necesidad de crear una nueva Constitución, pues señalan que la experiencia histórica mexicana sugiere que la creación de una nueva constitución debe ser resultado de una revolución. Es por este motivo que ven la conmemoración de la Independencia y el centenario de la Constitución como fechas dignas de celebración.

La serie Constitución

La serie Constitución consta de tres tomos. En cada uno se recopilan trabajos de investigadores sobre la historia constitucional de México y América Latina. Es un esfuerzo conjunto del Centro de Investigación y Docencia Económicas, la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Archivo General de la Nación, coordinado por la directora de la División de Historia del CIDE, Catherine Andrews quien es doctora en Historia de México por la Universidad de St. Andrews, Escocia.

Entre los trabajos se puede leer a Rafael Rojas, profesor investigador de la División de Historia y perteneciente al Sistema Nacional de Investigadores Nivel II. Y también a María del Refugio González, doctora en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de la División de Estudios Jurídicos del CIDE.

El tomo I, Un siglo de constitucionalismo en América Latina (1917-2017), busca el diálogo entre la historia constitucional de México con los demás países latinoamericanos. En los capítulos, se observan los vínculos y similitudes pero también las diferencias en esta historia, y se comprueba que existe una cultura común constitucional que ha marcado la historia política latina.

El segundo tomo, La tradición constitucional en México (1808-1940), abre un debate acerca de la relación entre el constitucionalismo decimonónico mexicano y la Constitución de 1917. Los autores discuten cómo una constitución impacta en la forma en que se escriben las demás, y hasta qué punto podemos decir que cada constitución es una reforma a la anterior.

Por último, en el tercer volumen, El constitucionalismo regional y la Constitución de 1917, se trata a la historia de la aplicación de la Constitución de 1917 dentro del territorio, la interrelación entre el texto de 1917, la historia política local y las constituciones estatales.

 



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