Ciudad de México, 17 de junio de 2022. El Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC) está diseñado para mitigar los efectos negativos en las familias más vulnerables de México, esta apuesta gubernamental busca blindar a este sector, más no reducir la inflación, comentó en entrevista el Dr. Irvin Rojas, Profesor Investigador de la División de Economía del CIDE.
Y es que en una familia que destina más de la mitad de su ingreso a energía y alimentos “una inflación de más del 7% significa una pérdida de poder adquisitivo para comprar comida, para poder acceder a derechos muy básicos”, comentó el Dr. Rojas.
El PACIC fue implementado hace más de un mes por el Gobierno de México para enfrentar la inflación por la que atraviesa el país, que conforme reporte del mes de mayo es del 7.58%, cifra que está por arriba de las metas del Banco de México.
“De acuerdo con los últimos datos, todavía no se alcanza a ver el efecto en la inflación; pero hay que tener eso bien claro, no es un paquete que vaya a bajar la inflación, apuntó el Dr. Rojas.
De hecho, la gran mayoría de las medidas que incluye el PACIC se dirigen al sector alimentario. Para el investigador del CIDE esto es de gran importancia pues, aunque la inflación afecta a todas las familias mexicanas no les perjudica de la misma manera.
“Afecta sobre todo a los hogares más pobres, porque son quienes destinan mayor parte de su presupuesto para alimentos y electricidad, dos componentes importantes de la inflación”.
Sobre el éxito o no de este plan, el también doctor en Economía Agrícola y de los Recursos Naturales, aseguró que “(el PACIC) tratará de presionar un poquito la inflación a la baja, a lo mucho 1 o 1.5 porciento de inflación; pero no es un plan para acabar con la inflación y esto hay que anotarlo. No hay que sobrevender las expectativas de este paquete”.
Los tres principales componentes del Paquete Contra la Inflación y la Carestía
Para el Dr. Irvin Rojas este plan emitido por el Gobierno Federal, que consta en total de 16 puntos o acciones, tiene tres componentes principales.
Uno de ellos es impulsar la oferta de comida, especialmente la de los granos, reduciendo los costos de producción mediante el programa de fertilizantes; además de una reducción de los aranceles que se imponen a productos o insumos para el campo, y así tratar de reducir los costos de la producción.
“Esto tiene la racionalidad de empujar la oferta hacia adelante, aunque no en el cortísimo plazo. La producción agropecuaria tiene esas restricciones de ser por temporadas y solamente en el mediano plazo puedes mover la oferta. Entonces se espera que sean señales hacia el mercado para estimular, por ejemplo, la acumulación de granos hacia el futuro y eso estabilice los precios”, explicó.
Otro de los componentes tiene que ver con los costos de transporte. Se busca congelar, al menos hasta finales del año, las cuotas y tarifas que tienen que ver con la transportación de alimentos: casetas, peajes, así como los costos de los ferrocarriles; de esta manera los planes de producción e inversión ya toman en cuenta este precio relativamente estable.
“Esto le da más certidumbre a las empresas y productores sobre cuál va a ser el precio (del transporte), que son claves para lo que hacen”.
Finalmente, el otro componente tiene que ver con la estabilidad, como la seguridad de las carreteras o la agilización de los trámites en las aduanas.
“En buena dirección, en dirección correcta (este plan), tiene racionalidad porque contrario a otras medidas que se hicieron en el pasado están jugando con las fuerzas del mercado. Fomentar la oferta y dar certidumbre a los precios en el corto plazo, tienen el potencial de funcionar.”, destacó el Dr. Irvin Rojas.
Este plan recuerda al pacto de solidaridad, lanzado a finales de los 80’s y principio de los 90’s, momento en que México atravesaba una inflación muy alta. Sin embargo, para el investigador existen diferencias muy importantes, en entre ellos, la inflación en ese momento era por arriba del 100%, los instrumentos de política que tenía el gobierno en ese entonces son diferentes a los que se tienen hoy (política monetaria, intervención en el tipo de cambio, fijación de los precios), así como los acuerdos entre los sectores empresariales y laborales.
En ese entonces, para reducir la inflación “se convocó al sector empresarial y al sector de los trabajadores. Se supone que todos acordaban apretarse el cinturón, pero al final los trabajadores acabaron perdiendo mucho. De aquel periodo de congelamiento de salarios, y muy breves incrementos a lo largo del tiempo, podemos rastrear los bajísimos salarios mínimos que tenemos todavía, a pesar de que se han incrementado bastante en los últimos años. Sí funcionó en términos de la inflación, eventualmente después de un par de años regresamos a una inflación tolerable, pero con muchos costos”, apuntó.
Para el Dr. Irvin Rojas todavía quedan algunas herramientas que el gobierno puede usar si se requiere presionar los precios a la baja: la competencia, vigilar que no haya excesos en la fijación de los precios, cuidar el poder del mercado, tratar de facilitar que las cadenas de suministro regresen pronto a la normalidad; además de no descartar algún otro tipo de programas o planes de emergencia enfocados en la industria o la manufactura.
Irvin Rojas es Doctor en Economía Agrícola y de los Recursos Naturales, y Maestro en Economía. Su agenda de investigación incluye la evaluación de políticas públicas para el desarrollo usando métodos econométricos y los efectos de la migración mexicana hacia Estados Unidos, tanto en los migrantes como en los hogares expulsores.
Si tienen interés en entrevistar a nuestro investigador para abordar los temas del artículo, puedes mandar un correo a comunicacion@cide.edu