Ciudad de México 04 de mayo de 2022. Las limitadas capacidades digitales por parte de docentes y estudiantes, sumado a la falta de recursos económicos y tecnológicos, así como el poco o nulo apoyo por parte de los padres de familia en las actividades académicas de los jóvenes estudiantes, fueron los principales retos que atravesó la enseñanza híbrida durante la pandemia por COVID19, como lo documenta la Dra. Angélica María Ospina, Cátedra Conacyt adscrita a la División de Estudios Multidisciplinarios del CIDE en Región Centro, quien junto con Nancy E. Chávez Llamas escribieron el artículo ¿Del aula a la pantalla? Experiencia escolar durante COVID-19 en un bachillerato mexicano.
Realizada en un bachillerato público del municipio semiurbano de Jesús María, en Aguascalientes, esta investigación forma parte de un estudio más amplio sobre reducción de riesgos y daños asociados al uso de sustancias en contextos escolares, el cual comenzó en el 2019.
Con la llegada de la pandemia, el proyecto tuvo que suspenderse; sin embargo, las autoras de esta investigación continuaron en contacto con el personal docente y los estudiantes del proyecto principalmente a través de mensajes de texto y llamadas telefónicas y le dieron seguimiento a los jóvenes durante la pandemia.
“Lo que hacíamos era preguntarles cómo estaban, cómo se sentían, qué necesitaban, y como ya habíamos establecido un vínculo fuerte de confianza, los chavos nos mandaban audios con lo que iba sucediendo y esas experiencias nosotros las plasmábamos en un diario de campo. Lo mismo hacíamos principalmente con una de las psicólogas del equipo y con dos maestras” comentó en entrevista la Dra. Angélica Ospina.
Tanto profesores como alumnos tuvieron dificultadas ante esta nueva realidad generada por el COVID19. Algunos docentes no contaban con las capacidades digitales necesarias para poder impartir clases en línea. En el caso de los estudiantes, las mayores dificultades que tuvieron que enfrentar fueron la falta de acceso a las tecnologías (internet, computadora, tablet o celular) o el apoyo de la familia para continuar sus estudios.
El COVID19 aumentó los gastos en los hogares, lo que orilló a las familias de los jóvenes a limitar el apoyo escolar y emplear a los estudiantes en labores domésticas o en trabajo de tiempo completo.
“Con el confinamiento, las jóvenes vieron aumentada su carga de trabajo doméstico y de cuidado, se vieron orilladas a cuidar a sus hermanitos o ayudar en casa; mientras que en los jóvenes vimos mucho más fuerte la presión por aportar económicamente al hogar”, explicó la Dra. Ospina.
La enseñanza durante la pandemia
El acceso limitado a recursos como internet, libros, computadoras o material para los talleres recreativos y culturales, sumado a la falta de acompañamiento del profesor en el proceso de aprendizaje, fueron parte de los factores que afectaron en el cumplimiento de los deberes escolares, así como su desempeño académico.
Los directivos implementaron diversas estrategias para apoyar a los estudiantes: otorgar apuntes, reducir número de tareas, entre otras; sin embargo, dejaron de hacerlo ya que no tuvo buena aceptación por parte de los estudiantes; la mayoría no recogía los apuntes.
Una estrategia que implementó la dirección del plantel para subsanar la falta de equipos tecnológicos fue realizar una campaña para recolectar equipos usados en buen estado, para poder entregarlos a los alumnos que lo necesitaran.
«(La escuela) hizo una campaña para recibir celulares de segunda mano y dárselos a las y los jóvenes. Desafortunadamente, fue una campaña chiquita, local, con poca difusión (…) Hicieron un perfilamiento y encontraron justamente que a quienes les dieron los celulares, efectivamente mejoró el rendimiento; sin embargo, no fue suficiente” destacó la Dra. Angélica Ospina.
De acuerdo con la investigación, la forma en cómo se implementó el tránsito del modelo presencial al híbrido durante la pandemia por COVID19 impactó de manera negativa el clima escolar en general, así como el rendimiento escolar de los estudiantes, pues la falta de competencias digitales así como de recursos tecnológicos (equipos y conectividad) generaron frustración en estudiantes y docentes, lo que afectó su disposición frente a los procesos de enseñanza-aprendizaje, además de ocasionar baja motivación y alta resistencia al cambio.
Angélica Ospina es licenciada en Psicología, maestra en Demografía y doctora en Estudios de Población. Sus líneas de investigación son población y salud, particularmente uso problemático de drogas desde una perspectiva sociodemográfica y de curso de vida. Es miembro de redes de investigación de población, adicciones y vulnerabilidad.
Si tienen interés en entrevistar a nuestra investigadora para abordar los temas del artículo, puedes mandar un correo a comunicacion@cide.edu